Señala Giacoppo, al fundamentar su proyecto, que “en Jujuy, el carnaval se vive de una manera muy especial y es una de las épocas más coloridas y festivas del año”.
“El Carnaval tiene su origen hace más de cinco siglos y en Jujuy es una mezcla de celebración introducida por los españoles durante la conquista de América y cultos de los pueblos originarios, que combinan a éste con sus rituales vinculados a la Pachamama”, destaca.
La senadora acota que “si bien el Carnaval se festeja en toda la provincia, se vive con mayor intensidad a lo largo de la Quebrada de Humahuaca y en la Puna. La gran celebración del pueblo jujeño se realiza cuando comienza la Cuaresma, es decir cuarenta días antes de Semana Santa, con el Desentierro del Diablo o en quechua ‘Pujillay’. El Diablo es el gran protagonista del Carnaval y símbolo de los festejos”.
Los festejos van acompañados de comparsas y de murgas, y las distintas localidades viven su propio desentierro, siendo un ritual que marca el inicio del Carnaval. El Diablo está representado por un muñeco de trapo y se saca de adentro de un mojón o apacheta, que es un montículo de piedras apiladas para invocar a una divinidad. A partir de ese momento la alegría se apodera de quienes participan del festejo, iniciando nueve días completos de bailes, bullicio, desfiles callejeros, disfraces e invitaciones a comer y beber en casas de familia dispuestas a abrir sus puertas a la celebración.
“El hecho de ser un festejo ancestral, tener características que lo diferencian de toda celebración en su tipo para esos días, lo convierte en un destacado atractivo turístico para visitar y compartir, pues se llevarán consigo la experiencia de un acontecimiento verdaderamente excepcional. Reconocer y preservar este tipo de celebraciones es fundamental para mantener viva la cultura de nuestros pueblos”, concluye Giacoppo.